Luchar por dos

amigos de afuera, el día más feliz, la Iglesia Universal,

Luchar por dosMuchas niñas sueñan con casarse algún día y formar una familia, esperan que la vida sea como un cuento de hadas, sin problemas ni dificultades. Luego, crecen para darse cuenta de que, en realidad, es todo lo contrario. Construir una familia no es un camino de rosas, y para lograr un ámbito familiar feliz, deben luchar diariamente. Esto fue lo que Manuela aprendió cuando vino a la Iglesia Universal.

Uno piensa que el nacimiento de un niño es el día más feliz de una madre, un día de fiesta y alegría, pero este no fue mi caso. Mis dos nacimientos fueron extremadamente difíciles, mi obstáculo inicial.

Mi primer hijo, Ailton, nació con bronquitis asmática, y al nacer mi otro hijo, Enio, la comadrona lo proclamó muerto. Parecía estar sin vida, estaba morado y completamente inmóvil. Tenía tanto miedo. Nadie me decía lo que estaba pasando. La comadrona se lo llevó a mi marido y, él desesperado, insistió en que intentara revivir a nuestro bebé una vez más. Cuando ella golpeó sus nalgas, él lloró, mostrando señales de vida. El sonido de su llanto me alivió.

Pero este obstáculo fue el menor de mis problemas. A medida que ambos crecieron, las cosas empeoraron. Ailton no se llevaba bien con su padre. Había disputas constantes entre los dos debido a que Ailton se involucraba constantemente en los desacuerdos entre mi esposo y yo. Sentía como si necesitaba protegerme cuando ese no era su papel como hijo. También creía que su padre prefería a su hermano menor, lo que también lo alejaba de su hermano.

Esto llevó a Enio, mi hijo menor, a buscar una figura de hermano mayor en amigos de afuera, que solo lo influenciaron para tomar las decisiones equivocadas. Se volvió muy agresivo, se involucró con pandillas y más tarde comenzó a vender drogas en la universidad. ¡Mi casa era un desastre! Todo estaba al revés y no sabía qué hacer al respecto. Para entonces, ya estábamos asistiendo a la Iglesia Universal, pero mis hijos no tomaban en serio el consejo que recibían allí. Ailton no hablaba con su padre y Enio continuó viviendo de la manera incorrecta. Aunque había dejado la vida de pandillas, seguía vendiendo drogas, hasta el punto de incluso ser perseguido por traficantes de drogas por involucrarse con la chica equivocada.

Como no se estaban tomando la vida en serio, me dispuse a luchar por ellos. Vi que si dependía solo de ellos, nada cambiaría, ya que las cosas solo iban de mal en peor. Tuve que confiar en mi fe en Dios ya que no podía cambiarlos físicamente. También tuve que cambiar la forma en la que lidiaba con las cosas y ser humilde para darme cuenta de que estaba haciendo todo mal.

No fue por medio de sermones o de hacer que otras personas hicieran algo para poder ayudarles a cambiar, tenía que estar allí para ellos siempre que me necesitaran.

En la Iglesia Universal, a través de las reuniones del ‘Día de la familia’ y la ‘Escuela para madres’ (Si deseas obtener más información, llamar al 020 7686 6048). Aprendí que mi papel como madre es ser una fuente de bendiciones para mi familia y nunca una fuente de maldiciones, independientemente de si lo merecen o no. Comencé a orar más por mi familia, pidiéndole a Dios que les dé orientación y fortaleza para dejar el estilo de vida que llevaban. Hubo momentos en que la situación parecía empeorar, lo cual, a menudo, me desanimaba. Sin embargo, los testimonios de otros y el deseo de ver a mi familia unida y sirviendo a Dios no me permitieron perder las esperanzas.

Seguí luchando y, a medida que cambiaba mis costumbres, ellos se animaron a hacer lo mismo. También empezaron a poner en práctica las cosas que escuchaban en la Iglesia Universal, y decidieron participar en un proyecto llamado ‘Intellimen’, que sirve para convertir a los varones en hombres inteligentes a través de desafíos semanales (Si deseas obtener más información sobre el proyecto, llamar al 020 7686 6048).

Comenzaron a hacerlo juntos en equipo. Algunos de los desafíos los inspiraron para invertir en pasar tiempo de calidad, y también incluyeron a su padre, lo que les permitió acercarse más. Hoy mi familia es una bendición. Ambos hermanos se llevan bien, y Ailton también se lleva bien con su padre. Enio ha dejado de lado su estilo de vida falible; de hecho, ahora trabaja ayudando a otros a hacer lo mismo. Puedo decir que soy feliz. Los cambios en la vida de mis hijos son un motivo de celebración. Sigo orando por ellos hasta el día de hoy porque sé que Dios continuará honrando mis oraciones e invito a todas las madres a hacer lo mismo”.

Manuela Guimaraes

Si tú también tienes problemas familiares, tenemos un día dedicado a ayudar a las familias todos los jueves a las 7am, 10am y 3pm en inglés.

Deixe um comentário