cumpliera la promesa de Dios, mi vida amorosa, una familia completa,
Lisa: “Después de asistir, él también comenzó a ir y conseguimos resolver muchas de las dificultades por las que pasamos. Hasta llegamos a casarnos. Después de tres meses, las cosas volvieron a ir cuesta abajo.”
John: “Mi mal hábito tomó control de mi vida, tanto que todo lo que hacía era solo para satisfacer ese hábito.”
Lisa: “El peor momento para mí fue cuando vi que a John no le importaba nada y no podía entenderlo. Por supuesto, sabía que había un mal hábito, entendía cuál era la raíz del problema y que eso era lo que le hacía comportarse de esa manera, pero eso no suprimía el hecho de que estaba dañando el ámbito familiar. No soportaba la situación y acabamos en divorcio.
Cuando Natalia, nuestra hija, tenía siete años de edad, sabía que las cosas no estaban bien con su padre. Reconocía que no éramos una familia y había veces que ella deseaba estar con él. Él solía decirle que la iría a recoger para pasar tiempo juntos, pero luego no aparecía. Eso le afectó mucho porque eran muy apegados el uno con el otro. A pesar de que él nunca estaba, ella siempre quiso a su papá.”
John: “Me sentía muy mal por mi hija. Le prometía que la semana siguiente todo sería diferente y que llegaría a tiempo, pero estaba tan involucrado en mi propio mundo, que me quedaba dormido, me olvidaba o simplemente no aparecía.”
Lisa: “Participé de unos cuantos propósitos de fe por mi vida amorosa. Quería tener una familia completa. Nunca imaginé a John como mi futuro marido, porque había determinado que una vez que estuviera divorciada de él, no volvería con él. Reclamaba el derecho de que se cumpliera la promesa de Dios en mi vida. Él dijo que dos son mejor que uno, por lo tanto, yo quería que me ayudase a tomar la decisión correcta.
Tuve que cambiar muchas cosas. Era muy exigente con Dios en referencia a lo que yo quería y como quería que me llegaran las bendiciones, pero Dios me mostró que no se trataba de mi voluntad sino de la Suya; ¿estaba lista a confiar? Tenía que estar dispuesta a dejar mis propios conceptos de lado.
Confiar me resultó difícil. Como madre soltera, acabas dependiendo de nadie más que de ti misma. Quieres que Dios entienda tu situación y, por un tiempo, le pedía como si fuera una víctima, sentía lástima de mi misma, y eso puede llevarte a hacer menos de lo que Dios te está pidiendo. Solía decir “Dios sabe que tengo necesidades”, hasta que tomé la decisión firme de dejarlo todo y permitir que Dios trabajara en mi vida.”
John: “Con el tiempo toqué fondo. Tuve una sobredosis y me llevaron al hospital de inmediato. Después de eso, comencé a sufrir trastornos de ansiedad y ataques de pánico. Tuve que saldar cuentas conmigo mismo y tomar una decisión de una vez y para siempre, porque mi vida era un desastre. Sabía que el UCKG me ayudaría porque lo habían hecho antes. Ahora dependía de mí si poner en práctica lo que me enseñaban allí o no. Comencé a asistir a las reuniones otra vez después de tantos años porque estaba desesperado. Aprendí a utilizar mi fe y, con el tiempo, lo dejé todo atrás- las drogas, el trasnoche, y todo lo que sabía que estaba mal.”
Lisa: “Pensaba en John muy a menudo. Le pedía a Dios que me ayudara porque él no era lo que yo quería.
Hoy, soy feliz porque he borrado todo el dolor y las decepciones del pasado. Los cambios son increíbles. Somos una familia de nuevo; John es totalmente diferente. No queda ningún resentimiento del pasado. Es tan diferente a lo que era antes, nuestra vida ha sido totalmente transformada.”
John: “Siempre quise volver a mi familia, vivir con mi hija otra vez. Nunca dejé de amarlas, pero estaba tan distraído y ciego. Ahora estoy totalmente enamorado de Lisa, jamás había sentido lo que siento ahora.”
Lisa: “Soy muy feliz y amo mucho a John. Lo veo como un regalo de Dios.”
Natalia: “Un domingo por la tarde, los vi agarrados de la mano dando un paseo y fue cuando me dieron la noticia de que habían vuelto juntos y eso era todo lo que yo quería.”
John y Lisa Zapata
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