conocía a Dios, su vida espiritual, un desastre total,
Me sentía muy sola al crecer, pensé que realmente yo no le importaba a nadie. Cuando tenía 16 años y en una relación, decidí dejar la iglesia. Todo iba bien para mí hasta que un día fui físicamente violenta con mi ex novio. Fue en este punto que decidí volver a la iglesia. Tenía 19 años, con el corazón roto, lleno de inseguridades y enojada conmigo misma y con todos. Aunque los mensajes que escuchaba eran buenos y quería tomar a Dios en serio, no estaba en un buen lugar de mi vida, por lo que no me comprometía completamente con mi fe. Debido al pasado de Winfred, ella se sentía fuera de lugar en la iglesia. “Con el tiempo, las cosas comenzaron a encajar. Escuché que Dios era bueno, que me perdonaría, independientemente de mi pasado, y los mensajes empezaron a atraerme porque me daban esperanza cuando sentí que mi vida era en un desastre total y absoluto”. Tomó la decisión de despedirse de su pasado y de las malas compañías. Pensó que al hacer eso y comenzar a asistir a la iglesia con frecuencia, su vida mejoraría automáticamente, sin embargo, vio que para encontrar la paz interior que quería, tendría que esforzarse más. “Llegué a la conclusión de que había vivido toda mi vida en la iglesia y no conocía a Dios. Entonces, decidí que quería que mi vida cambiara porque me sentía estancada. A través de los mensajes que escuchaba sobre la autoaceptación, abrí los ojos”.
Poco después de que Winfred tomara la decisión de aceptar su Desafío de la fe y tomar las medidas necesarias para desarrollar su vida espiritual, recibió la paz interior que siempre había deseado. “La alegría fue inexplicable”, dijo. “Ahora ya no soy insegura y no tengo que preocuparme por lo que otros piensan de mí”.
Winfred Vumba
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