Decidí luchar por mi matrimonio

decidí luchar por mi matrimonio, en el mismo local, todos los aspectos de su vida,

_DSC8977Roberto Santellán tuvo dificultades en todos los aspectos de su vida. Desde muy joven, sufría de sarpullidos por todo su cuerpo y tenía que hacer dietas hídricas, pero a cada tanto volvían a salir. Durante la noche, las cosas no mejoraban. Tenía pesadillas y sentía que levitaba cuando dormía. En cuanto a sus finanzas, sus ingresos eran generados con reparto de pan. Por más que se esforzaba en progresar, todo estaba trabado.

“Todas estas dificultades finalizaron cuando encontré la fe y comencé a asistir al Centro de Ayuda UCKG” nos cuenta.

“Cuando la Campaña fue anunciada, decidí sacrificar sobre el Altar. Como resultado, por fin comencé a progresar.

Pude comprar mi propia camioneta y abrí una panadería y una confitería. Unos años más tarde, agregué la cafetería en el mismo local.

Entre todo esto, había un asunto muy importante que me preocupaba más que nada. Llevaba 11 años en la presencia de Dios, pero mi esposa todavía no aceptaba mi fe. Ella asistió a la iglesia por un tiempo, pero después dejó de ir. No quería que yo fuese fiel a Dios ni que siguiera yendo al UCKG.

Hace dos años, ella confesó que me había engañado con otro hombre. Eso me quebró, me lastimó y discutíamos mucho. Nació en mi la desconfianza, dudas de que no podría ser feliz con otra persona, pensaba que no habría otra. Tuve muchos pensamientos de separarme, hasta le planteé la idea del divorcio, no quería estar más al lado de alguien que no me amaba.

Hablé con Dios, seguí yendo a la iglesia y decidí luchar por mi matrimonio y por mi familia. Dios me renovó, supe que la fe podría darme de nuevo a mi esposa. Mis cadenas de oración, propósitos y sacrificios que hice, por fin me dieron el resultado que deseaba. Volver a tener a mi esposa a mi lado, no solo físicamente sino en espíritu también, en la fe, en el mismo camino de agradar a Dios.

Había perdido la cabeza por un tiempo, pero nunca a Dios. El me devolvió lo que más amo en la tierra después de Él, mi amada. Hoy somos uno, Dios lo restauró todo.

Ahora, mi esposa y yo vamos a la iglesia juntos. Puedo hablarle de las cosas de Dios y leemos los libros del Obispo Macedo juntos. Ahora puedo hacer una oración en familia antes de almorzar o de cenar. Ese era mi mayor sueño.”

Roberto Santellán

 

 

 

 

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