Bastó una palabra para que yo dejara mis fechorías

hablar del poder de la fe, un país nuevo, una gran decepción,

Bastó una palabra para que yo dejara mis fechorías

En el 2001, Miguel Ángel Bravo se mudó a España desde Argentina, junto con su madre y hermano menor debido a la separación de sus padres.

‘Al ser el primer inmigrante de Latino América en aquel pueblo, fui víctima de discriminación y acoso escolar. En casa, las cosas estaban bien difíciles; mi madre solo tenía suficiente dinero para proveer nuestras necesidades básicas. Siempre que mi padre nos visitaba, nos daba lo que mi madre no podía, lo cual hizo que le guardara rencor a mi madre.

‘En el 2012, nos mudamos a Madrid porque el proceso de divorcio había comenzado. Fue allí que me involucré en las drogas, el alcohol y el tabaco. A los 15 años ya estaba fumando dos paquetes de cigarros al día y bebía a menudo. A los 16, mi madre me echó de casa por llegar borracho. Me fui a vivir con mi padre por dos años. Cuando estaba allí, todavía consumía drogas, pero a escondidas.

‘Fue cuando tenía 18 años que descubrí el Centro de Ayuda UCKG, después de haber sufrido una gran decepción amorosa, la cual me dejó bien quebrado. Había escuchado hablar del poder de la fe, pero no creía. Solo cuando escuché una palabra por parte de otro joven que estaba compartiendo su transformación fue que decidí darme una oportunidad. ‘Comencé a asistir a las reuniones de los jóvenes y con el tiempo comencé a cambiar. Dejé de consumir drogas y alcohol, y le puse un fin a todas mis fechorías, pero no por mucho tiempo. Volví a lo mismo un año más tarde. A pesar de volver a las fiestas, en el fondo, no era feliz.

‘En el 2015, tomé una decisión radical y nunca volví atrás. Terminé el instituto y me vine a Londres. Durante el 2016, participé de un programa especial del Centro de Ayuda UCKG en donde una palabra fue lo que me animó a hacer el cambio total y a luchar por un futuro mejor.

‘Por aquel tiempo, trabajaba en la limpieza, pero, poco después, recibí una oferta de trabajo en Barcelona. Una semana antes de mi partida, recibí otro trabajo en Londres para un estudio de producción de sonido en TV. Sin un inglés perfecto y con solo cinco meses en un país nuevo, conseguí el trabajo que siempre quise.

Miguel Ángel Bravo

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