UN IDEAL

UN IDEAL

El Espíritu Santo utilizó recientemente al obispo Macedo para hablar sobre el “ideal” que llevan dentro los que son verdaderos discípulos.

La definición de un ideal es: existe solo en la imaginación; es deseable o perfecto, pero no es probable que se convierta en realidad.

Lo primero de “un ideal”, como la propia gramática implica, es que una persona solo puede tener un ideal. Es por eso que si una persona lucha por un ideal de salvar el planeta o lu-char contra la crueldad animal o acabar con la pobreza mundial, etc., esto es todo de lo que le oirás hablar con gran pasión en cada oportunidad que tenga. Nunca he visto a al-guien luchar apasionadamente por dos ideales, ¿verdad?

El otro punto importante es que, un ideal es algo que se sabe que posiblemente no se convierta en realidad, pero aún así, se lucha por ello. Una persona que lucha contra la crueldad hacia los animales sabe que es posible que nunca la erradique por completo, pe-ro eso no le impedirá que siga luchando.

Cuando miramos la esfera de la fe, estas mismas dos reglas también se aplican a aquellos que son verdaderos discípulos y llevan consigo el ideal de salvar almas.

1. Sabemos que es posible que nunca salvaremos todas las almas, pero daremos toda nuestra vida y cada gramo de energía para intentarlo. Y nuestra alma se llena de gozo cuando podemos salvar incluso un alma.
2. Sabiendo que solo podemos vivir y respirar un ideal a la vez, no perdemos el tiempo en nada que desvíe nuestro enfoque de la meta que recibimos cuando tuvimos nues-tro verdadero encuentro con Dios: SALVAR ALMAS.

Con el tiempo, hemos visto a muchas personas que han comenzado a desviarse de su lla-mado, porque han adoptado nuevos ideales; sin darse cuenta de que están perdiendo de vista lo que Dios los llamó a hacer.

“Pero Jesús le dijo: Nadie, que después de poner la mano en el arado mira atrás, es apto para el reino de Dios.’” (Lucas 9:62) El Señor Jesús nos muestra aquí que es físicamente imposible mantener nuestras manos en dos arados diferentes al mismo tiempo.

No cometa el error de pensar que las causas de este mundo son tan nobles y dignas como aquella por la que el Señor Jesús nos ungió: salvar almas y salvar la nuestra también.

Deixe um comentário