PIEDAD

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PIEDAD

La práctica de la piedad es esencial para nuestras vidas, pero va más allá de tener un carácter cristiano “bueno”. Es la señal de una persona cuya vida se centra en Dios, una persona que se ha convertido en un recipiente de la presencia de Dios, al igual que Enoc, que nos dejó con su ejemplo.

Enoc caminó con Dios y lo agradó hasta el punto de que Dios era el centro de su existencia. Era santo y recto en una época donde la maldad era la norma, como lo es hoy. Enoc podría haber dado muchas excusas de por qué podía haber sucumbido ante la impiedad que lo rodeaba, pero no lo hizo.Y así es como tenemos que vivir nuestras vidas hoy. Enoc vivió una vida santa y justa a través de la fe en la Palabra del Altísimo. Y como él, no podemos permitir que la contaminación de este mundo afecte nuestro carácter.

En medio de la calamidad, debemos mantenernos firmes y no permitir que nada afecte nuestros principios cristianos. En lugar de que el mundo nos contamine, debemos “influenciarlo” con nuestra fe.

Para que esto suceda, debemos distanciarnos de lo que no agrada a Dios y vivir una vida de obediencia sin importar las circunstancias. ¿Es fácil? No, pero es posible. Tenemos que ser los “Enocs” del siglo XXI. Dios quiere usar nuestras vidas para hacer la diferencia; Él quiere que su santidad sea evidente a través de nosotros.

Recuerda, siempre debemos preguntarnos: “¿Qué ven las personas cuando me miran?” No podemos irradiar impiedad a través de nuestro discurso, acciones o conducta. Debemos esforzarnos por ser la luz en este mundo oscuro.

Cuando agradamos a Dios diariamente, nuestra recompensa será mayor que cualquier cosa que podamos imaginar. Nuestra recompensa será Dios mismo, ¡así es! Disfrutaremos de ser llevados como Enoc y tendremos el privilegio de caminar con Dios por toda la eternidad.

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