Ojalá pudiera desaparecer con un chasquido de dedos…

Dios era el único que me podía ayudar, una manera de cambiar,

Ojalá pudiera desaparecer con un chasquido de dedos...“Caí en una profunda tristeza… Comencé a hacer cosas radicales como auto-lesionarme. Estaba cansada de la vida que tenía.”

Una revisión publicada por la Fundación de Intervención Temprana afirma que los niños que están expuestos al abuso doméstico sufren una variedad de efectos en la salud, el bienestar social y el comportamiento en sus vidas. Ana Patricia Monteiro fue parte de esa estadística; sin embargo, encontró una manera de cambiar el resultado de su historia.

Tuve una niñez problemática. Mi padre era alcohólico y, como resultado, se volvió violento en casa. Yo estaba traumatizada y caí en una profunda tristeza. Traté de encontrar cierta satisfacción en una relación de pareja pero pronto se volvió abusivo, y esto me llevó a consumir drogas. Le mentía a mi familia solo para salir porque me sentía miserable en casa. Todo esto solo me hizo sentir peor.

Mi hermana y yo solíamos discutir y pelearnos muchísimo, tirándonos cosas hasta hacer que sangráramos. Llegué a un punto en que solo deseaba desaparecer. Comencé a hacer cosas radicales como auto-lesionarme, estos fueron mis peores momentos. Estaba cansada de la vida que tenía.

Solía ir con mi familia a la Iglesia Universal y sabía que Dios era el único que me podía ayudar a salir de esta miseria, por lo que decidí regresar a los 17 años. Comencé a poner en práctica todo lo que me enseñaban allí. Decidí tomar los pasos necesarios, como dejar a mi novio y a mi grupo de amigos que solo me influenciaban negativamente. En esta época, también me mudé a una zona diferente y es así como empecé todo nuevo.

El proceso no fue fácil y me llevó mucha perseverancia, sin embargo, hoy mi vida ha cambiado por completo. Estoy libre de la profunda tristeza, los traumas pasados y los malos hábitos que solía
tener. Ahora me valoro. Me transformé de adentro hacia afuera y, desde entonces, tengo paz. No necesito buscar la felicidad porque la he encontrado en Dios.”

Ana Patricia Monteiro

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