en el Reino Unido, Portugal, su residencia permanente, todos los obstáculos,
“Mis hijos y yo nos fuimos de Portugal con la esperanza de tener una vida mejor en Londres. Antes de irnos del país, solicité mi nacionalidad portuguesa ya que yo soy angolana. Envié mis documentos, y después de llevar un tiempo en Londres, mis hijos recibieron su residencia permanente porque eran portugueses, pero la mía fue negada. Tuve que esperar casi un año hasta que revisaran mi caso, mis manos estaban atadas. Mi gran temor era separarme de mis hijos. Estaba en un país totalmente diferente, sin empleo, sin documentos, y compartiendo casa con más de 10 personas. Parecía un problema sin fin, pero después encontré el UCKG.
Comencé a ir a las reuniones del UCKG y poco después, conseguí dos trabajos.
Sin embargo mi visa de Portugal estaba a punto de caducarse y mi estado de inmigración no se había resuelto. Sabía que si usaba mi fe, obtendría la respuesta que tanto necesitaba. Me negué cruzarme de brazos y comencé a ir al UCKG más a menudo. Aprendía a utilizar mi fe, pero la lucha era enorme. Personas que me dijeron que si necesitaba ayuda podía contar con ellos, me dieron la espalda. Peor aún, me caí en el autobús y tuve que caminar con muletas por un tiempo, no podía asistir tanto al UCKG, pero persistí en mi fe.
Anunciaron un propósito de fe y participé con la convicción de que todos los obstáculos serían eliminados. Después de un tiempo, recibí una carta que decía que tenía que ir a Portugal para resolver el problema de mi residencia. Cuando llegué al aeropuerto, me nació una gran indignación. No acepté que mis hijos se quedaron solos aquí.
Sorprendentemente, durante el check in me informaron que no podía embarcar porque mi estado de inmigración todavía estaba pendiente en el país. Cuando llegué a casa, mi pasaporte portugués había llegado, ¡así como la visa de residencia por cinco años en el Reino Unido!
Dios no permitió que me separara de mis hijos. ¡Rescaté mi libertad!”
Zulmira Vilela
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