La nueva mentalidad que levantó mi vida

anomalías, ataques, con todo mi corazón, Cura, desmayos, el resto de mi vida, enfermedades crónicas, epilepsia, Familia, poder de Dios, problemas, PTI, sanación,

Kimberly

‘“En aquel entonces, era como si viviera en una burbuja. Corría el riesgo de tener una transfusión de sangre y mis padres no podían arriesgarse a que yo sufriera un shock epiléptico cuando nadie estuviera conmigo. Los entiendo totalmente, pero era difícil. Mi enfermedad comenzó con mareos. Venían de vez en cuando, y con el tiempo, comenzaron a ser más frecuentes. Cuando sucedía, siempre tenía que acostarme porque me sentía tan débil que pensaba que me desmayaría. Mis médicos me dijeron que era normal en las personas de tipo de sangre raro AC, yo lo acepté, tenía que vivir con eso el resto de mi vida. Durante mi adolescencia, me diagnosticaron con epilepsia. Esto fue otro golpe.

Afectó mis estudios. Siempre estaba ausente del colegio, todas las veces que tenía un ataque epiléctico, solía sentirme super agotada. Mis notas empeoraron y me resultaba difícil ponerme al día con las materias. Mis padres no me permitían salir, a no ser que fuese con alguien que supiera lo que hacer si tenía un ataque.

Estaba deprimida y deseaba morir! Aprendí a aceptar mi situación a pesar de estar yendo a la iglesia y escuchar hablar del poder de Dios; pero ¿cómo podría cambiar algo con lo que nací? Era muy duro incluso el comenzar a creer que mi vida sería diferente de lo que había sido durante todos esos años.

Mi padre me trajo al UCKG. Quería que toda la familia asistiese un día y supongo que fui por obediencia a él- pero resultó ser la mejor cosa que jamás había hecho. Durante la reunión, entendí que Dios sí tiene poder, pero yo debía creer en eso y tomar las actitudes necesarias, como seguir tomando los medicamentos, cuidarme e ir a las revisiones periódicas. Solo tenía 16 años, pero era lo su cientemente mayor para entender que no tenía que seguir yendo por una espiral descendiente. Quería estar mejor, necesitaba estar mejor, y creí que podría estar mejor, por lo que cambié mi manera de pensar. Decidí ser positiva.

Esta nueva mentalidad fue probada cuando me dijeron que las plaquetas (las cuales ayudaban a crear coágulos para dejar de sangrar) en mi sangre estaban por debajo de lo normal. Esto era extremadamente peligroso porque, si el número de plaquetas era demasiado bajo, podría llegar a sangrar excesivamente. Tenía que tener cuidado con todo lo que hacía. Me dijeron que, si descendía más, tendría que tener una transfusión de sangre.

A veces, parecía como si los médicos no supieran lo que me pasaba. Una vez

me dijeron que tenía leucemia, después dijeron que fue un diagnóstico equivocado; más tarde, me operaron de la médula ósea, y aún así no encontraban lo que me pasaba. Con el tiempo, me diagnosticaron con PTI (púrpura trombocitopénica inmunológica) – la condición de tener una anomalía baja de la cantidad de plaquetas debido a una causa desconocida. Luché contra el sentimiento de desistir y asistí a las reuniones de liberación para sacar fuerzas. Creía con todo mi corazón que Dios podía ayudarme a pasar por este momento tan duro.

Determiné mi recuperación en cada reunión y en cada visita al médico. Fui de vuelta al hospital y tuve exámenes de sangre; ¡los resultados volvieron positivos!. El médico estaba súper sorprendido con los resultados y no podía entender como me había recuperado tan rápido. ¡Los mareos se fueron, no tengo más ataques epilépticos, tengo salud y me siento libre!

Kimberly Titilawo

Deixe um comentário