La ira y el orgullo ya no me controlan

las reuniones del UCKG,

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Desde muy joven Vera Silva sufrió de problemas de ira. Tanto que siempre llamaban a su madre del colegio, en Portugal, debido al comportamiento violento de Vera.

Trataba de estrangular a otros niños, tirarles del pelo, morderles, pero no sabía de donde venía todo este resentimiento. Era muy orgullosa y cabezota. Cuando me mudé al Reino Unido con mi madre y con mi hermana. Pensé que todo sería diferente, pero no fue así. Me vi a mi misma metida en peleas y discusiones.

Un día, en el colegio, me envolví en una pelea y, la otra persona acabó bastante herida. Cuando se estaba yendo a la oficina del director, me di cuenta de que todo el grupo de ese año estaba detrás de mí, animándome a que siguiera. Al principio, me entusiasmé, pero después comencé a sentirme culpable y asqueada por el orgullo que me controlaba.

En casa, no era diferente, la mayor parte del tiempo discutía con mi madre, la amenazaba con llamar a la policía. También atacaba a mi hermana. De repente, me enfadaba muchísimo, casi me resultaba imposible controlar la rabia que tenía.

Recuerdo un día que estaba hablando con mi amiga acerca de la muerte y ella se asustó, yo también tenía miedo, pero era tan orgullosa que no lo confesaba. Solía pensar en la muerte y en lo que pasaría si yo ya no existiera. Siempre hubo un hueco en mi interior que me esforzaba por llenar, pero nunca lo conseguí.

Después, mi tía me invitó al UCKG. Mi madre y mi hermana estaban más interesadas en ir que yo. Podía ver lo cambios en ellas, pero pensaba que era algo imposible para mí, yo era demasiado orgullosa. Pasaron dos años antes de tomar la decisión de cambiar. Lo que más me influenció fue la fe y la dedicación de mi hermana y de mi madre, lo cual hizo que mis padres se volvieran a casar después de 13 años divorciados.

Comencé a poner en práctica todo lo que estaba aprendiendo en las reuniones del UCKG. Quería cambiar desde adentro para afuera, por lo tanto, le presté atención a los mensajes compartidos y puse en práctica el consejo que me daban. Después de tratar de llenar el vacío en mi interior con todas mis fuerzas, puedo decir que, por fin, se llenó con algo que no se puede describir con palabras.

Hoy, estoy libre de la ira y del orgullo que me controlaban. Tengo paz en mi interior y ya no le tengo miedo a la muerte. Me encanta conocer a personas nuevas y ayudarles. También estoy estudiando y trabajando. Ayudo a mis padres en casa y la relación con mi familia es totalmente diferente. Cuando le cuento a las personas como solía ser, a penas lo pueden creer, porque hoy, soy completamente diferente.

Vera Silva

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