De vagabundo a una vida gratificante

el poder de Dios, todos los días, un dirección nueva,

oldinMi historia comienza en las calles de Madrid en el 2009. Por aquel tiempo, estaba sin techo y sentado en un banco del parque cuando alguien me entregó una revista, me invitó a asistir a una reunión del Centro de Ayuda UCKG. Me dijeron que si venía, mi situación cambiaría.

Desde que mi ex mujer me dijo que se estaba viendo con alguien más hacía unos años, me sentí deprimido. Después de escuchar tal noticia, mi vida comenzó a decaer hasta quedarme en la calle. Me resultaba difícil encontrar que comer y comencé a mendigar por dinero y me refugié en la bebida todos los días.  Durante un tiempo, trabajé con viajantes, me pagaban cinco euros al día, y ese dinero se lo enviaba a mis hijas.

Recuerdo el primer día que asistí al Centro de Ayuda UCKG, le pedí ayuda a Dios e hice un pequeño sacrificio como señal de mi fe. Esa misma noche, Él me respondió y pude encontrar un montón de chatarra por todas partes y la vendí por 22 euros: el doble de dinero que había ganado el día anterior. Regresé al Centro de Ayuda contento y oré.

La segunda noche, encontré más chatarra y la vendí por más dinero. En dos días, tenía dinero suficiente para enviarle a mis hijas.

Todo lo que experimentaba, me mostraba que el poder de Dios estaba obrando en este lugar. Fui a dormir detrás del Centro de Ayuda y asistía a las reuniones todos los días mientras practicaba todo lo que me estaban enseñando. Con el tiempo, conseguí abandonar la bebida.

Encontré un trabajo temporal durante unos cuantos días y decidí participar de una reunión especial. A través de la fe que había demostrado, mi vida ha cambiado. Pronto, encontré un trabajo permanente y pude dejar las calles atrás. Seguí utilizando mi fe y haciendo sacrificios. Ahora, mi vida tiene un dirección nueva.

Hoy, después de años de vivir en las calles sin futuro, todo ha cambiado en mi favor. Estoy trabajando en una de las empresas más grandes de construcción en el Reino Unido, estoy casado y pude ver a mis hijas después de nueve años.

Christian Caradan

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