¿Alguna vez has salido sin intención de comprar nada y has vuelto a casa con dinero gastado en algo que no necesitabas, pero que te pareció bien en el momento?
No es casualidad. Vivimos en un mundo diseñado para estimular los cinco sentidos: vista, oído, tacto, olfato y gusto. Si bien esto no siempre es malo, a menudo se hace con un propósito claro: influir en tus decisiones sin que te des cuenta.
Piénsalo. Entras en una tienda, ¿y qué notas? Iluminación suave, música relajante, tal vez incluso el aroma a café o a repostería en el aire. Las tiendas no solo venden productos, sino experiencias. Saben que, al crear un entorno sensorialmente rico, es más probable que gastes.
Pero esta influencia sensorial no se limita a las compras. Espiritualmente hablando, ocurre lo mismo. Las fuerzas negativas usan tus sentidos para tentarte, distraerte y alejarte de la voluntad de Dios. No siempre conlleva trampas obvias. A veces es solo una sensación sutil, una opción atractiva o un momento de comodidad que te desvía del camino, tal como la serpiente le sugirió a Eva en el Jardín del Edén.
Tomemos el gusto como otro ejemplo. Imagina a alguien que está a dieta, intentando elegir mejor sus alimentos. Sabe que el azúcar no le hace bien, pero tiene un delicioso trozo de pastel justo delante. Se ve delicioso, huele de maravilla y recuerda lo bien que sabe. La tentación es fuerte y, a menudo, triunfa.
Espiritualmente, es bastante similar. Hay “sabores” en la vida que atraen a nuestra carne: el chisme, la venganza, el orgullo y la pereza. Puede que sepan dulces en el momento, pero a la larga son perjudiciales. Madurar en la fe significa desarrollar un “paladar” espiritual: aprender a disfrutar de lo que es bueno para el alma. Así como una persona que come sano aprende a decir no a la comida chatarra, una persona espiritualmente madura aprende a decir no a los deseos y distracciones dañinos.
Entonces, ¿eres cuidadoso con lo que ves? ¿Las personas que te rodean te animan a acercarte a la fe o a alejarte de ella? ¿Tus conversaciones reflejan la voluntad de Dios?
En la Biblia, 1 Corintios 6:12 nos recuerda: «Todas las cosas me son lícitas, pero no todas son de provecho». Aquí es donde entra en juego el discernimiento: saber cuándo decir no, incluso cuando algo parece inofensivo a primera vista.
La madurez espiritual significa no dejarse dominar por los sentidos ni las emociones. Significa elegir lo que alimenta tu fe, no solo lo que te hace sentir bien en el momento. Así como la aptitud física requiere constancia, disciplina y esfuerzo, la aptitud espiritual requiere un caminar diario con Dios, leer y meditar en su Palabra, orar y estar atento a la influencia de los sentidos.
No siempre es fácil, pero el resultado es fortaleza, claridad y paz. Cuando tus sentidos están entrenados, empiezas a ver las trampas que se avecinan y, en lugar de caer, te mantienes firme.
Acompáñanos al Estudio Bíblico cada miércoles. Aprenderemos a controlar nuestros sentidos y a dejarnos guiar por la fe, no por los sentimientos.
Evento: Estudio Bíblico
Día y hora: Miércoles a las 19:30 h (también a las 7:00 h, 12:00 h y 16:30 h)
Lugar: En la Iglesia Universal en español.