Siervo es aquel que sirve.

Si es de Dios, es persona de guerra.

Guerra contra el infierno.

Corajudo, pionero, conquistador…

Es idealista.

Como Dios piensa, así es él.

Piensa en los perdidos.

Sus desafíos son constantes.

Siempre dispuesto a ir al infierno para rescatar cautivos.

Porque cree ser una herramienta del Espíritu de Dios.

El siervo no hace la Obra de Dios.

Él es la Obra de Dios para destruir las obras del diablo. I Juan 3:8

Fue salvo para salvar.

Vive para salvar.

Llamado y escogido por el Altísimo para servirlo.

Su esposa no es su mujer.

También es sierva.

Auxilía al siervo para servir al Señor.

Los dos son uno.

Su misión: bendecir.

Recibió autoridad para bendecir.

“El Espíritu del Señor Dios está sobre mí, porque me ungió el Señor; me ha enviado a predicar buenas nuevas a los abatidos, me envió a curar a los quebrantados de corazón, a publicar libertad a los cautivos, y a los presos apertura de la cárcel; a proclamar el año de la buena voluntad del Señor, y el día de venganza del Dios nuestro; a consolar a todos los enlutados…” Isaías 61:1-2

No recibió talento para retener, tal como lo hizo el siervo malo y negligente.Mateo 25:26

Él enriquece a los otros, pero continúa pobre…

“…como pobres, mas enriqueciendo a muchos; como no teniendo nada, mas poseyéndolo todo.” 2 Corintios 6

Su riqueza es infinita y eterna.

No pierde tiempo con los bienes de este mundo.

Al final de cuentas el ataúd no tiene caja fuerte.

Es la visión del Espíritu que en él habita.

Los no siervos no piensan así.

Sino que, movidos por el espíritu de la ganancia, han corrido atrás de los vientos.

Corren, mientras están vivos…