El relato bíblico del Arca de Noé sigue intrigando a investigadores y científicos de todo el mundo. Descrito en el libro del Génesis, este evento no fue solo un juicio, sino también un rescate divino, fe y un nuevo comienzo para la humanidad.
La construcción del Arca en sí misma es un testimonio notable de confianza y obediencia. Noé construyó una embarcación enorme y estable sin conocimientos previos de construcción naval. Su acto de fe, siguiendo el mandato de Dios frente a las burlas de quienes lo rodeaban, demuestra el poder de una creencia inquebrantable en la guía divina.
La historia despierta curiosidad por las perspectivas históricas y científicas, y recientes investigaciones arqueológicas en la formación Durupinar, en el este de Turquía, han revelado evidencia convincente que podría respaldar este relato bíblico. Esta formación geológica, de aproximadamente 162 metros de longitud y con una curiosa forma de barco, ha cautivado a los investigadores por su parecido con las dimensiones del Arca de Noé descritas en la Biblia.
Desde 2021, un equipo internacional de expertos de la Universidad Técnica de Estambul, la Universidad Agri Ibrahim Cecen y la Universidad Andrews de Estados Unidos ha estudiado minuciosamente el yacimiento. Sus análisis han revelado rastros de materiales arcillosos, depósitos marinos y restos de vida marina, incluyendo moluscos, en las muestras de suelo. Estos hallazgos datan de entre 3500 y 5000 años atrás, coincidiendo con el período Calcolítico, que corresponde a la era tradicionalmente asociada con el diluvio bíblico.
Los estudios con georradar realizados en el yacimiento han revelado líneas paralelas y formas angulares bajo la superficie, indicativas de estructuras artificiales. Estos patrones parecen asemejarse a habitaciones, posiblemente bajo una plataforma similar a una cubierta, lo que coincide con la descripción bíblica de un arca de varios niveles. La ubicación de la formación Durupinar, aproximadamente a 32 kilómetros al sur de la cima del Monte Ararat, coincide con la narración bíblica que afirma que el Arca reposó sobre los “montes de Ararat” (véase Génesis 8:4). Estos descubrimientos refuerzan el poder perdurable y la verdad de la Palabra de Dios, y sirven como testimonio de la fiabilidad de los relatos históricos de la Biblia. Nos animan a permanecer firmes en nuestra fe e inspiran una mayor exploración del rico contenido de las Sagradas Escrituras.
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