¿Alguna vez te has sentido completamente rodeado de problemas, como si no hubiera escapatoria?
Pueden ser dificultades económicas, problemas familiares, la amenaza de un desalojo, una citación judicial, una traición o la presión constante de la vida que te agobia. Cuando la vida te golpea con fuerza, puede hacerte sentir impotente e incluso avergonzado.
¡Pero esto no es algo que solo ocurre hoy en día! Incluso personas como el rey Ezequías, de quien leemos en la Biblia, se enfrentaron a situaciones en las que estaban entre la espada y la pared.
En la antigüedad, la mayoría de las ciudades solían estar rodeadas de grandes murallas fortificadas para protegerse. Cuando los enemigos intentaban invadir, asediaban la ciudad, lo que significaba que estaba rodeada por fuerzas militares, impidiendo que la gente saliera o que entraran suministros. Esta táctica de guerra era muy efectiva porque, tarde o temprano, los habitantes se quedaban sin comida, agua y otras necesidades básicas. Esto debilitaba la ciudad hasta el punto de que la hambruna dejaba a sus ejércitos demasiado débiles para luchar. Esto es exactamente lo que enfrentó el rey Ezequías. En 2 Reyes 18:27, el comandante asirio se burló del pueblo de Israel, diciendo: “¿Acaso mi señor me envió a decir estas cosas solo a tu señor y a ti, y no al pueblo… que, como tú, tendrá que comer sus propios excrementos y beber su propia orina?”.
En otras palabras, ¡te haremos la vida tan insoportable que te verás obligado a vivir en la situación más desesperada y degradante solo para sobrevivir!
Qué humillante… ¿pero acaso no nos encontramos a menudo en la misma situación? En lugar de soldados armados, nos enfrentamos a un ejército de problemas. Si no es una cosa que nos roba la paz, es otra que intenta agotar nuestras fuerzas. ¿Y cómo lidia la mayoría de la gente con esto?
Recurriendo a cualquier cosa que nos distraiga, aunque sea por un momento: alcohol, una aventura casual, aislarnos del mundo o salir de fiesta toda la noche. Sea lo que sea, en el fondo sabemos que el problema no desaparecerá sin más. Sigue presente, confrontándonos a todos.
Entonces, ¿qué hacer? Veamos qué hizo el rey Ezequías para poner fin a esta afrenta.
No huyó. No entró en pánico. No se preparó para la derrota. En cambio, Ezequías comprendió que no tenía todas las respuestas ni los recursos para resolver este problema solo. Así que llevó su caso a Dios.
En la sociedad actual, esto puede parecer un concepto extraño, ¡pero funcionó! La humildad de Ezequías le valió el favor de Dios, quien lo libró a él y a toda la ciudad de la devastación.
Y quizás eso es lo que tú también necesitas: una intervención divina que te saque de la rutina o que te llegue la justicia tan esperada. Por eso el domingo, será un día en el que oraremos por todos aquellos que se encuentran entre la espada y la pared y pediremos a Dios que les conceda una gran victoria, tal como lo hizo con el rey Ezequías.
Sé nuestro invitado especial. Puedes escribir lo que ha sido una afrenta en tu vida y traerlo a la Iglesia Universal.
Evento: Reunión de Domingo
Día y hora: Domingo a las 12:00 h (también a las 8:30 h y 18:00h)
Lugar: En la Iglesia Universal en español