Cuando oímos la palabra “raíces”, la mayoría pensamos en árboles y plantas: esas partes ocultas bajo la tierra que les brindan fuerza, alimento y estabilidad. Si las raíces están sanas, el árbol florece. Pero si están dañadas o enfermas, el tronco, las ramas, las hojas y los frutos empiezan a sufrir.
Con nosotros sucede algo muy parecido. También tenemos nuestras propias “raíces”, invisibles pero profundamente arraigadas. Se forman a lo largo de nuestra vida y tienen una poderosa influencia en cómo pensamos, sentimos y actuamos.
Las experiencias dolorosas, los traumas del pasado, las frustraciones o las relaciones tóxicas pueden echar raíces en nuestro interior. Si no se tratan, estos problemas ocultos empiezan a manifestarse en la superficie: en nuestras emociones, reacciones y relaciones. Al igual que un árbol que necesita cuidados desde la raíz, quien quiera cambiar desde dentro debe estar dispuesto a mirar más allá de la superficie y afrontar lo que realmente sucede.
Con esto en mente, tenemos un propósito especial: Cortando las Raíces Malas, una serie que se imparte durante la Terapia del Amor. El objetivo es ayudar a cada persona a identificar y eliminar aquello que ha estado perjudicando su bienestar emocional y espiritual.
Muchas personas buscan asesoramiento o terapia, y ese es un paso importante. Pero a menudo llegan a un punto en el que comprenden el problema, pero no logran superarlo. Esto se debe a que las raíces más profundas no son solo emocionales o psicológicas, sino espirituales. Solo Dios puede llegar a lo más profundo de una persona y eliminar lo que ningún esfuerzo humano puede.
Este proceso requiere valentía y honestidad. Algunas personas piensan que basta con podar las ramas o las hojas, pero si el problema reside en la raíz, ahí es donde debe comenzar la sanación, y de eso se trata precisamente este propósito: profundizar para extraer aquello que te ha impedido alcanzar la felicidad, la paz y convertirte en tu mejor versión.
Estas raíces pueden incluso transmitirse de generación en generación. Así como los rasgos físicos se transmiten a través del ADN, ciertos comportamientos, actitudes o patrones emocionales también pueden heredarse. Es posible que te encuentres repitiendo los errores de tus padres o lidiando con los mismos problemas que ellos enfrentaron.
Las cicatrices emocionales y los patrones inculcados no son fáciles de superar solo con esfuerzo. Por eso la fe juega un papel tan vital. Con la ayuda del Espíritu Santo, una persona obtiene la fuerza, la sabiduría y la guía necesaria para reconocer estas raíces internas y transformarlas para bien.
Aquí tienes una guía sencilla para comenzar este proceso:
Paso 1: Identifica el problema
El primer paso es ser honesto contigo mismo. Muchas personas prefieren ignorar sus debilidades, pero el verdadero cambio solo comienza cuando afrontan la verdad directamente.
Paso 2: Descubre el origen
Una vez que hayas identificado el problema, profundiza. ¿De dónde viene? Muchos repiten los mismos errores porque nunca encuentran la verdadera fuente, ya sea celos, miedo, ira o inseguridad. Comprender el “por qué” es clave para romper el ciclo.
Paso 3: Busca la ayuda del Espíritu Santo
Intentar solucionar tus problemas sin la ayuda de Dios puede ser como arrancar malas hierbas que vuelven a crecer con más fuerza. La verdadera transformación viene de dentro, y solo el Espíritu Santo puede cortar esas raíces de raíz de una vez por todas.
Participa en la Terapia del Amor los jueves a las 20:00 h. Aprenderás a superar lo que te ha impedido de florecer en tu vida amorosa.
Evento: Terapia del Amor – Cortando las Raíces Malas
Día y hora: Jueves a las 20:00 h
Lugar: Catedral de los Milagros, Teatro Rainbow, 232 Seven Sisters Road, Finsbury Park, Londres, N4 3NX