Cerrando la Puerta al Mal: Cómo Proteger tu Salvación

Shutting Door

En nuestro camino de fe, hay algo fundamental que debemos conquistar, e incluso después de lograrlo, debemos esforzarnos diariamente por preservarlo: nuestra salvación.

Si bien debemos perseguir nuestras metas en esta vida, como las relaciones y los logros financieros, el valor de la salvación de nuestra alma no se compara con ninguna de ellas, ya que es un tesoro eterno.

Sabiendo esto, el mal obra para impedirnos alcanzar esta bendición invaluable. Por eso es crucial permanecer vigilantes y luchar. El apóstol Pablo sabiamente nos instruyó a no dar cabida al diablo (ver Efesios 4:27).

Darle cabida al diablo significa abrirle las puertas al mal para que actúe en nuestras vidas. Esto puede ocurrir a través de pensamientos negativos que, si no se reprenden, pueden llevar al pecado. Estos pensamientos pueden ser sutiles, como: “Estás muy cansado hoy; está bien no orar ni leer la Biblia”, o “Has orado sobre esto tantas veces; quizás Dios simplemente no te escucha”. Si no reprendemos estos pensamientos de inmediato, podemos albergarlos y permitir que se arraiguen en nuestra mente.

Cuando no estamos atentos, el mal puede invadir silenciosamente nuestra mente y gradualmente tomar el control hasta que finalmente se apodera de ella. Esta infiltración no solo ocurre a través de los pensamientos, sino también de los sentimientos. Por lo tanto, un cristiano debe ser equilibrado y actuar con razón en lugar de con las emociones.

Cuando nuestro corazón (nuestras emociones) nos lleva al odio, el resentimiento o los deseos de venganza, la razón debe prevalecer. No debemos sucumbir a estos sentimientos dañinos; después de todo, el Espíritu Santo nos concede autocontrol para superar tales impulsos.

Este artículo no pretende asustarte, sino alertarte. Con una relación sólida con Dios, no hay nada que temer. El mal no puede entrar en la vida de alguien que cuenta con la protección del Altísimo y su presencia morando en él. Por eso debes invertir en tu relación con Él.

Pregúntate si algo te separa de Dios o te aleja de Él. Si es así, toma medidas para cerrar esa brecha y pídele perdón. Recuerda que sus ojos están puestos en ti; no ojos de acusación, sino ojos de misericordia que te fortalecen. Como está escrito en 2 Crónicas 16:9: “Porque los ojos del Señor recorren toda la tierra para fortalecer a aquellos cuyo corazón es completamente suyo.”

Tener un corazón leal a Dios significa seguir su voluntad y practicar su Palabra. Al hacerlo, recibirás la fuerza necesaria para resistir todos los ataques del mal. Como leemos en Santiago 4:7: “Por tanto, someteos a Dios. Resistid, pues, al diablo y huirá de vosotros.”

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Fecha: Del viernes 13 de junio al viernes 25 de julio a las 19:30 h (también a las 7:00 h, 12:00 h y 16:30 h)
Ubicación: En la Iglesia Universal en español