Ayuno de Daniel, Día 8 – La Importancia del Espíritu Santo en la Vida Cristiana

Holy Spirit

Muchas personas intentan seguir a Dios solo con buenas intenciones y esfuerzo humano, pero pronto se desaniman, se vuelven inconsistentes o se secan espiritualmente. ¿Por qué sucede esto? Porque sin el Espíritu Santo, es imposible vivir una vida cristiana como Dios lo dispuso.

Jesús lo dejó claro cuando les dijo a sus discípulos: «Pero recibiréis poder cuando el Espíritu Santo venga sobre vosotros…» (Hechos 1:8). No los envió a predicar ni a establecer la Iglesia hasta que recibieron el Espíritu Santo. Esto por sí solo nos muestra cuán esencial es Él: no es opcional, sino indispensable.

El Espíritu Santo no es un sentimiento, una energía ni un símbolo. Es el Espíritu del Dios vivo: la presencia de Dios que vive en quienes se entregan plenamente a Él. Él nos enseña, consuela, corrige, fortalece y guía, transformándonos de adentro hacia afuera.

Cuando el Espíritu Santo mora en alguien, recibe el poder para vencer el pecado y la tentación, permanecer fiel en tiempos difíciles, tomar decisiones sabias y servir a Dios eficazmente. Sin Él, quizá sepamos de Dios, pero nos costará conocerlo verdaderamente.

Muchas personas creen en Dios, participan en la iglesia y se esfuerzan por hacer lo correcto, pero aun así se sienten débiles, inestables o distantes de Él. Esto se debe a que, como explica el obispo Edir Macedo en su libro “El Espíritu Santo”: “La vida abundante que el Señor Jesús prometió solo es posible cuando el Espíritu Santo tiene la libertad de actuar en la vida de una persona. ¡Este es el propósito del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo para cada ser humano, sin excepción!”.

El Ayuno de Daniel ofrece una oportunidad especial para buscar esta gloriosa promesa con todas tus fuerzas. No se trata de emoción ni presión; se trata de rendición. Dios no mira nuestro estatus ni nuestros antecedentes; mira nuestra sed.

No hay mayor regalo que estar lleno del Espíritu de Dios. Él es nuestra garantía de vida eterna y nuestra fuerza para el camino en la tierra. Si de verdad quieres ser un cristiano fuerte, estable y victorioso, no solo pidas bendiciones; busca ser lleno del Espíritu del Altísimo. Si ya tienes su presencia, aprovecha este tiempo para renovar tu comunión con él y que pueda usarte más para su gloria.