Ayuno de Daniel, Día 4 – Conociendo a Dios

 

Praying

Todos entendemos que las relaciones no se desarrollan de la noche a la mañana. Ya sea una amistad, un matrimonio o incluso una relación laboral, construir confianza, comprensión y conexión requiere tiempo y esfuerzo. Lo mismo aplica, y aún más, a nuestra relación con Dios.

Muchas personas afirman creer en Dios, pero pocas pueden decir realmente que lo conocen. Esto se debe a que conocer a alguien requiere más que simplemente oír hablar de él. Requiere tiempo, comunicación y esfuerzo intencional. No esperarías tener una relación sólida con alguien con quien apenas hablas o a quien apenas dedicas tiempo, ¿verdad? De la misma manera, si queremos caminar cerca de Dios, debemos comprometernos a comprender quién es Él.

El Ayuno de Daniel ofrece una valiosa oportunidad para alcanzar este objetivo. Al desconectarnos de las distracciones del mundo y enfocar nuestros pensamientos en Dios, creamos el espacio necesario para construir una relación diaria, personal y transformadora con Él.

Conocer a Dios significa comprender su carácter y voluntad, y la Biblia es donde Él se revela. Cada página nos enseña sobre su misericordia, santidad, justicia y amor. Al leer con el corazón abierto, comenzarás a ver cómo piensa y obra en la vida de quienes confían en él.

Además, cuando hablamos con Dios con sinceridad y frecuencia, nos acercamos a él y él se acerca a nosotros (véase en Santiago 4:8). Cuanto más oramos, más reconocemos su voz y aprendemos a alinear nuestros deseos con los suyos.

Es importante recordar que una relación con Dios no se basa en sentimientos, sino en la fe y la obediencia. Al conocer su voluntad, también debemos estar dispuestos a seguirla, incluso cuando no sea fácil. Después de todo, el verdadero amor se expresa con acciones.

Si alguna vez te has sentido alejado de Dios o inseguro de quién es realmente, estos 21 días son el momento perfecto para cambiar eso. Aprovecha este período para cultivar una relación que no se base en hábitos religiosos, sino en una conexión genuina. Cuanto más conozcas a Dios, más confiarás en él. Cuanto más confíes en Él, más paz y claridad experimentarás, independientemente de las circunstancias.