Al entrar en la recta final del Ayuno de Daniel, algunos pueden sentirse desanimados, perder el enfoque o incluso considerar rendirse por completo. Las ansias de entretenimiento o la curiosidad por lo que sucede en el mundo podrían estar regresando. Si te encuentras en esta situación, aquí tienes unas palabras de aliento: «Mas vosotros, esforzaos y no desmayéis, porque hay recompensa por vuestra obra.» (2 Crónicas 15:7).
El diablo sabe que te estás acercando a Dios e intentará atacarte con distracciones, dudas, cansancio y tentaciones. Es importante que te apoyes en tu fe en lugar de en tus sentimientos en este momento. Recuerda: el desánimo no significa fracaso, y quienes perseveran a pesar de la resistencia experimentan los mayores avances.
Tómate un momento para recordar por qué comenzaste este Ayuno en primer lugar. Tu meta sigue adelante y vale la pena cada esfuerzo. Así que, en lugar de dejar que el desánimo te domine, no te rindas y lleva tus sentimientos a Dios en oración. Sé honesto y cree que Él te dará la fuerza que te pueda faltar.
También podrías considerar hablar con un amigo de fe que también participe en el ayuno. Únanse para animarse, compartiendo tanto los desafíos que enfrentan como las experiencias positivas que han tenido con Dios a lo largo de este camino.
Finalmente, visualízate emergiendo más fuerte, más enfocado, más conectado con el Señor y lleno de su Espíritu Santo al final de estos 21 días.
Al igual que un corredor de largas distancias que siente el ardor en la última vuelta, estás más cerca de la victoria de lo que crees. Ahora es el momento de esforzarte al máximo, recordar tu propósito, esforzarte más que nunca y terminar con fuerza. Has llegado hasta aquí, ¡así que no te detengas ahora!
“Y reuniéndolos, les mandó que no salieran de Jerusalén, sino que esperaran la promesa del Padre: La cual, les dijo, oísteis de mí; pues Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo dentro de pocos días”. (Hechos 1:4-5)