Ayuno de Daniel, Día 10 – La Importancia de Ejercitar Nuestra Fe

La fe es el don más poderoso que Dios nos ha dado, ya que incluso nuestro bien más preciado, nuestra salvación, depende de ella. La Biblia nos dice que sin fe es imposible agradar a Dios (ver Hebreos 11:6). Sin embargo, este asombroso poder debe ejercitarse con regularidad para mantenerse fuerte, activo y eficaz.

La fe es como un músculo: si nunca la usamos, seguirá existiendo, pero no podrá soportar peso ni responder cuando más lo necesitemos. De la misma manera, si no usamos nuestra fe a diario —confiando en Dios, obedeciendo su voz, reprendiendo el mal, etc. Corremos el riesgo de tener una fe presente en teoría, pero impotente en la práctica.

La fe no espera la evidencia física. Cree en las promesas de Dios antes de que se cumplan. Cuando eliges creer lo que Dios dice, incluso cuando todo a tu alrededor dice lo contrario, estás ejercitando activamente tu fe.

El mismo principio se aplica cuando pones a prueba Su Palabra. Por ejemplo, si te encuentras ante una situación que contradice una promesa que leíste en la Biblia, tienes derecho a orar y decirle a Dios: «Señor mío, no acepto esta situación porque va en contra de lo que has prometido en Tu Palabra».

Al hacer esto, no te falta temor a la reverencia; más bien, estás ejercitando tu fe y demostrándole a Dios que crees que Su Palabra es verdadera y poderosa, por lo que no aceptas nada diferente en tu vida.

También ejercitamos nuestra fe al salir de nuestra zona de confort y hacer cosas que pueden resultar incómodas para nuestra carne, pero que agradan a Dios y reflejan nuestra obediencia a Su Palabra. Esto podría significar perdonar a alguien que te lastimó, involucrarte más en iniciativas de alcance comunitario en la iglesia o compartir tu testimonio con otros.

El Ayuno de Daniel también puede servir como un «ejercicio espiritual» para tu fe. Al abstenerte del entretenimiento y las distracciones, tendrás más tiempo para participar en las prácticas mencionadas anteriormente y más. Además, al participar en este propósito, le estás diciendo a Dios: “Elijo priorizarte por encima de todo”. Esto es fe en acción.

Cada vez que das un paso de fe, te fortaleces espiritualmente. Cada oración que haces, cada momento que meditas en la Palabra y cada tentación que resistes contribuye a fortalecer tu espiritualidad.

Puede que no te sientas más fuerte de la noche a la mañana, así como no se desarrolla la musculatura después de una sola sesión de entrenamiento. Pero si eres constante, los resultados llegarán. Verás crecer tu confianza en Dios, agudizar tu capacidad para discernir su voz y cómo tus reacciones en los momentos difíciles cambian del miedo a la fe.

Así que no dejes que tu fe se estanque. Cuanto más la uses, más fuerte se volverá; y cuanto más fuerte se vuelva, más podrá Dios obrar en ti y a través de ti.